Pedro_Sanchez

Pedro Sánchez y el reto de su envenenada dulce derrota

La derecha ganó las elecciones de este domingo en España, y sin embargo, cualquier analista coincidirá en que su candidato principal, Alberto Núñez Feijoo, del Partido Popular, fue el gran perdedor de la noche. El sistema de democracia presidencial resulta, en general, algo extraño y complicado de entender en México y en cualquier país con […]

Marcel Sanromà 26-07-2023 / 19:49:44

La derecha ganó las elecciones de este domingo en España, y sin embargo, cualquier analista coincidirá en que su candidato principal, Alberto Núñez Feijoo, del Partido Popular, fue el gran perdedor de la noche. El sistema de democracia presidencial resulta, en general, algo extraño y complicado de entender en México y en cualquier país con una democracia presidencialista, pero esta complejidad es parte del porqué las democracias europeas se han sostenido sin dictaduras durante las últimas décadas (con la excepción del bielorruso Lukashenko, eso sí).

El caso es que el PP y Feijoo lograron 136 diputados, una fuerte subida respecto a los escasos 89 que obtuvo el partido en 2019, pero las victorias y derrotas, en una democracia parlamentaria, a menudo se miden en función de las expectativas. Expectativas que marcaron las encuestas -muchas- que vaticinaban que el PP, junto al ultraderechista Vox, sumarían suficientes diputados para formar una mayoría absoluta (al menos 176). Pero la formación cuasi-fascista cayó con fuerza respecto a hace casi cuatro años y se quedó con 33, lo que significa que ambos partidos quedan fuera de esa mayoría absoluta que les permitiría nombrar a Feijoo presidente.

En cambio, el actual presidente Pedro Sánchez, del socialdemócrata PSOE, fue el gran vencedor de la cita pese a quedar en segundo lugar con 122 diputados. Más que nada porque, como escribí en mi artículo del 7 de junio, para él y para su formación, todo lo que no fuera un gobierno de PP y Vox sería una victoria. La jugada del adelanto electoral le salió bien, pues, pero esto no significa que vaya a repetir como presidente, o, cuanto menos, que lo vaya a tener fácil. Junto a los 31 escaños de Sumar (la nueva marca de Podemos), el PSOE queda a 23 diputados de formar una mayoría que le permita a Sánchez seguir cuatro años más en La Moncloa.

Para formar gobierno, el PSOE y Sumar necesitarán pactar con alguno de los varios partidos autonómicos que lograron representación, especialmente con los independentistas catalanes ERC (izquierda, 7 diputados) y Junts per Catalunya (derecha, 7) y con los nacionalistas vascos Bildu (izquierda, 6) y Partido Nacionalista vasco (derecha, 5). Si todos ellos votaran a favor de una hipotética sesión de investidura, Sánchez lograría 178 apoyos. Solo dos más sobre la mayoría absoluta.

Pero la negociación para lograr estos apoyos se presenta titánica, especialmente con Junts, cuyo líder espiritual, el expresidente catalán, Carles Puigdemont, sigue autoexiliado en Bélgica tras el fiasco independentista de octubre de 2017 y no parece dispuesto a dejar que sus discípulos le concedan la investidura a Sánchez si este no se compromete a sentarse a negociar un referéndum de independencia para Catalunya, cosa que parece inconcebible que ocurra.

Ante este escenario, la repetición electoral se dibuja como una realidad muy plausible. Tan plausible que ya ocurrió una vez en 2016 y estuvo a punto de suceder una segunda vez ese mismo año. Mientras tanto, todas las fuerzas políticas españolas -excepto Junts- insisten en su compromiso de negociar para lograr una investidura y evitar la repetición electoral.

Incluso Feijoo asegura que no quiere una repetición electoral, a pesar de que las encuestas, de nuevo, parecerían favorecerle en este escenario. Pero, eso sí, lo hace con un giro, que es el de negociar con el PSOE directamente para lograr, así, excluir a los partidos independentistas y nacionalistas. Esto, en realidad, no es nuevo: La hipótesis de un pacto de progresistas y conservadores para garantizar la unidad constitucional de España ha flotado sobre la palestra política en cada una de las elecciones de los últimos diez años, pero nunca se ha materializado y parece difícil que ocurra, incluso aunque el líder de Vox, Santiago Abascal, diga que no se opondría a una investidura de Feijoo con el apoyo de un puñado de diputados socialistas.

Y, aun así, este pacto contra natura tendría ahora más sentido que nunca. Mientras para PP y Vox se trataría de arrinconar a vascos y catalanes, para Sánchez, un pacto con Feijoo supondría un acto de pragmatismo extremo para dar un golpe estratégico y relegar a la extrema derecha de Vox a un casi ostracismo político parlamentario durante al menos unos cuantos años más. Porque, más allá de filias y fobias nacionalistas e identitarias en general, lo pero que le podría pasar a España es que el franquismo regresara de un modo u otro al poder cuando, tras casi medio siglo, el país aún no ha logrado quitarse de encima todo el peso del legado de la dictadura de Francisco Franco.

Marcel Sanromà