El enésimo «hail mary» de Pedro Sánchez
España va de nuevo a las urnas en menos de dos meses. Después de varias legislaturas agitadas, con investiduras fallidas y hasta la primera moción de censura exitosa de la democracia moderna, parecía que el presidente Pedro Sánchez podría agotar un mandato completo. Pero no. El líder español (socialdemócrata), adelantó las elecciones previstas en diciembre para este próximo 23 de julio después de […]
España va de nuevo a las urnas en menos de dos meses. Después de varias legislaturas agitadas, con investiduras fallidas y hasta la primera moción de censura exitosa de la democracia moderna, parecía que el presidente Pedro Sánchez podría agotar un mandato completo. Pero no. El líder español (socialdemócrata), adelantó las elecciones previstas en diciembre para este próximo 23 de julio después de que su formación, el Partido Socialista (PSOE), se pegara un batacazo en las elecciones municipales del 28 de mayo pasado.
En estas elecciones, el derechista Partido Popular (PP) se hizo con el triunfo, si es que eso puede existir de forma así general en unas elecciones municipales. Los socialistas y sus aliados de Unidas Podemos (UP, izquierda) perdieron varias alcaldías de ciudades importantes y también varias Comunidades Autónomas clave (equivalente a los estados mexicanos), como, por ejemplo, la Valenciana.
Esto no es ninguna sorpresa. Tras años de desgaste del gobierno por la pandemia, la crisis económica e inflacionaria fruto de la COVID-19 y de la guerra en Ucrania -además del perpetuo desgaste del poder que sucede en esas tierras-, las encuestas llevaban meses pronosticando un ascenso del PP que nos recuerda que la política española lleva décadas siendo un mero péndulo según soplen los vientos. Pero no solo eso, sino que ese ascenso del PP en los sondeos iba de la mano de un ascenso de la extrema derecha de Vox que hacía plausible, muy plausible, que los extremistas pudieran entrar en el gobierno en la próxima legislatura, prevista para 2024.
Pero ya no va a ser en 2024, va a ser a partir de agosto, si no es que regresamos a El Día de la Marmota (Groundhog Day, 1993) y hay que repetir las elecciones un par de veces, como pasó entre finales de 2015 y 2016 y también ha pasado en Israel los últimos años. Pero no me desvío, el caso es que este adelanto electoral tiene el potencial de cambiar el curso de los hechos.
De entrada, agarró al PP a media celebración y le arrebató de lleno el foco mediático de su triunfo en las elecciones municipales. De repente, ya nadie hablaba de ellos, sino del nuevo giro de guion de Pedro Sánchez. Han de seguir furiosos aun hoy en la sede popular, en la calle Génova de Madrid.
Pero ese no es el punto. El punto es que Sánchez es un líder extraño, un tipo que, además de guapo, tiene un historial de rebelarse contra la realidad y el aparente destino y que las cosas le salgan bien contra todo pronóstico. En octubre de 2016, pocos meses después de que el PSOE obtuviera el peor resultado de su historia en las elecciones que hubo que repetir, la dirigencia del partido forzó a Sánchez a renunciar a la secretaría general socialista, pero, solo unos meses después, cuando se celebraron primarias, se presentó y ganó.
Igualmente, como líder de la oposición al gobierno de Mariano Rajoy, presentó una moción de censura en junio de 2018 contra el presidente, cuando su partido, el PP, fue condenado por corrupción en el famoso caso Gürtel. ¡Y ganó! Por primera vez en la historia, una moción de censura no fracasaba en España. Y así, contra todo pronóstico, incluso el de su partido, Pedro Sánchez llegó a la presidencia. Dos hail mary, dos touchdowns!
De alguna manera, este adelanto electoral de Sánchez es un tercer hail mary con toda la confianza de que le saldrá bien;una nueva muestra de que el mandatario español sabe hacer de la necesidad virtud. Y no solo eso, sino que también es una muestra, con este cambio de relato mediático, de que Sánchez sabe cómo hacerse protagonista -y para bien- aunque sea contra viento y marea.
Y la lectora o lector prudentes se preguntarán: ¿Pero ya hay encuestas que digan que la decisión de adelantar elecciones cambia las tendencias de los últimos meses? No, no las hay y nadie cree que estas tendencias cambien de golpe. El ascenso del PP sigue siendo real y la amenaza de que la extrema derecha entre en el gobierno también sigue siendo real. En todo esto también tiene que ver el cambio de liderazgo que hicieron los derechistas hace poco más de un año, cuando se cargaron a Pablo Casado, que había demostrado poca personalidad, soplando en la dirección del viento de turno, oscilando entre la moderación y el extremismo, y colocaron al frente del partido a Alberto Núñez Feijoo, que hace gala de la fama de los gallegos de que “no se sabe si suben o bajan las escaleras” y ha sabido perfilarse como moderado.
Sin embargo, hay dos factores clave que aun pueden darle la razón a Sánchez: Por un lado, si comparamos los resultados de las elecciones generales de 2019 con las municipales de 2023 -a falta de mejores referentes-, el PSOE solo perdió medio millón de votos, pasando de 6.79 a 6.29 millones de sufragios. Es decir, que, de alguna manera, Sánchez y el PSOE retienen buena parte de la fuerza que les hizo ganar las elecciones hace tres años y medio. ¿Entonces? Bueno, es que el PP, en esa misma comparativa, pasó de 5.04 a 7.05 millones de votos, gracias a todo lo comentado y también gracias al desahucio de Ciudadanos, la derecha liberal moderna y cool que se deshizo como terrón de azúcar cuando su credibilidad se fue por el caño en los últimos años. Y todos esos votos regresaron al PP, claro.
Pero el caso es que lo que dicen los números es que Sánchez y el PSOE tienen tiempo de maniobrar para recuperar algunos votos y confiar en que baje el souflé derechista. Y es que la participación también bajó casi 3 puntos porcentuales desde 2019, con lo que, una hipotética recuperación podría beneficiar al PSOE.
Claro está, eso sí, que la alianza de los socialistas con Unidas Podemos también ha pasado factura al gobierno,sobre todo con las gigantes polémicas desatadas por las leyes que ha impulsado la ministra de Igualdad, Irene Montero, que han logrado dividir a la izquierda y al feminismoespañoles por cuestiones como la ley trans. Pero, precisamente, si hablamos de socios y de posibles socios, al PP le viene bastante mal el adelanto electoral.
Y es que los tiempos son muy cortos: la pre campaña y la campaña arrancarán estas semanas mientras las negociaciones para conformar los gobiernos de Comunidades Autónomas y municipios estén en marcha. La apuesta de Sánchez es que al PP esto le agarre con le pie cambiado al estar negociando con Vox en varios lugares del país. Porque es difícil negar que se vería bastante mal que mientras los populares hacen campaña para las elecciones generales presentándose como un partido moderado y con sentido de Estado, en la habitación de al lado estén negociando con la extrema derecha para repartirse varios pasteles.
Aun con todo, un gobierno de PP y Vox a partir de agosto es todavía una posibilidad palpable. Pero, si hay alguien que ha demostrado que puede lograr lo que parece imposible, ese es Pedro Sánchez; un mariscal de campo sin miedo a los golpes que le caigan desde el flanco derecho y que, por ahora, donde pone el ojo, pone el balón.