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Ya siéntense señorxs: la necesidad de tener los periodistas que nos merecemos

Paula Pissaco 27-06-2024 / 18:51:29

Las últimas elecciones presidenciales en México han dejado mucho más que un amplio resultado a favor de Claudia Sheinbaum y Morena. Entre las infinitas discusiones por X, el clasismo exacerbado durante la campaña, el #QueLesAyudeMorena, el berrinche de Alazraki, la revolución de Denise Dresser, el nacionalismo de Laura Zapata, los comentarios racistas de Pedro Ferriz, el siempre apocalíptico Chumel y los memes (del berrinche y de todo lo demás), hay un trasfondo mayor que, sin dudas, es uno de los grandes protagonistas de todo este corolario.

 

Una sensación de pena ajena, cringe o como queramos llamarle, se puso de relieve en los medios y comunicadores que analizan nuestra política. Desde toda la campaña electoral, fuimos partícipes de una de las campañas mediáticas más voraces, con periodistas disque analistas queriendo contradecir las encuestas y sembrando miedo cual alarma sísmica en día de simulacro.

 

Durante el día de las elecciones, no tardaron en evidenciarse las posturas oxidadas de los grupos de medios hegemónicos y sus periodistas, vaticinando resultados inalcanzables y poniendo en duda una y otra vez el posible triunfo de Morena en la presidencia y otras plazas importantes del país. A lo shock postraumático, vimos a analistas y periodistas políticos pasar de la negación a la euforia, atravesar la resistencia con berrinches cual niño chiquito, y llegar a la negociación. Claro, no sin antes esparcir todo el miedo y depresión posibles, responsabilizando al pueblo por volver a ponerse las cadenas, que ellos mismos dicen habernos quitado.

 

Si, es cierto que esta campaña mediática no fue tan mala como la ejercida contra Andrés Manuel López Obrador en 2006 con la guerra sucia, pero hay algo distintivo entre lo que sucedía por ese entonces y lo que sucede ahora; la sociedad mexicana ya no cree en las mentiras de los medios hegemónicos que nos grabaron a fuego durante tanto, tantísimo tiempo, que quienes pensaban, decidían y eran dueños de la verdad eran otros; algunos, algunos solo como ellos.

 

En los últimos años, la política ha dejado de ser tema exclusivo de programas de televisión históricos como los de Joaquín López-Dóriga o Carlos Loret de Mola, quienes durante mucho tiempo fueron los portavoces casi exclusivos de los debates y análisis políticos. Aunque estos espacios siguen siendo influyentes y mantienen una audiencia fiel, la importancia del electorado joven se ha hecho más evidente en esta última elección, poniendo sobre la mesa la necesidad de tener medios, periodistas y analistas políticos que, valga la redundancia, hablen de la política actual con nuevas construcciones argumentativas, congruentes con la sociedad en la que viven.


Si bien millennials y centennials han comenzado a crear sus propios medios, contenidos y a elevar a nuevos referentes más cercanos a sus intereses y formas de comunicación, es necesario ampliar la presencia de esas otras voces y análisis argumentativos en los medios tradicionales y hegemónicos. Sin dudas, la política es el contenido estrella de nuevos medios y plataformas, en cambio pareciera que para los viejos medios y analistas es una estrella, pero fugaz. Y esta fugacidad se pone de manifiesto en la falta de reflexión sobre su propio discurso argumentativo, corazón de su práctica periodística, utilizando una y otra, y otra vez, los mismos recursos casi hasta el hartazgo. Recursos que vienen desde la espectacularidad de los montajes de los 90s, la nula capacidad para reconocer públicamente errores en sus cálculos y análisis, y un paraguas que todo lo justifica; el clasismo.


Esta necesidad no parte de un llamado ideológico en torno a lo político, sino más bien, en torno a lo social, y en donde el foco está en desarticular el engranaje de recursos simbólicos en torno a la construcción del análisis y periodismo político, que viene activo desde hace más de 200 años, como parte fundante de una partidocracia, y que no ha hecho más que menospreciar a la sociedad de la que forman parte, socavando nuestra capacidad de decidir sobre nosotros mismos.

 

Y es justamente, esta sociedad, la de ahorita, la que no solo no cree en la campaña del miedo, sino que responde a eso con un masivo “Ya siéntense señorxs”, menos incrédula y más involucrada políticamente hablando, la que necesita los medios de comunicación, comunicadores, analistas políticos y argumentos que se merece.

Paula Pissaco