¡Y que cante el mariachi!

Con todo y mariachi festejó esta tarde y noche Claudia Sheinbaum si anticipada victoria en la encuesta interna de Morena para ser la candidata presidencial del partido en las elecciones de 2024. La exjefa de Gobierno y su equipo rentaron el primer piso del restaurante El Cardenal del World Trade Center, casi casi puerta con puerta con la sala donde se entregaron los resultados de la encuesta de las corcholatas, según afirmó en Twitter el periodista y analista político Rubén Cortés.

Esto es una señal muy clara de que Sheinbaum y los suyos esperaban este triunfo desde hace mucho tiempo, aunque hubiera sido más elegante -y hubiera suscitado menos suspicacias- que se lo hubieran ahorrado.

Entre tanto, Marcelo Ebrard denunciaba un supuesto fraude en la encuesta, un paripé ridículo del exsecretario de Exteriores que desde que aceptó participar en el proceso de la encuesta sabía perfectamente a qué solista mandaba cantar el dedito que dirige la orquesta que ha tocado las notas de este proceso interno.

Y es que lo sucedido se veía venir desde 2019, prácticamente desde las primeras semanas del sexenio de Andrés Manuel López Obrador. El nombre de Sheinbaum para la grande sonaba desde antes de que el metro de la Ciudad de México sufriera los primeros accidentes mortales de su mandato, y la alternativa del canciller se presentaba espinosa ya desde aquellos ayeres. Y desde hace meses se barruntaba: ¿Qué hará Ebrard cuando pierda ante Sheinbaum? Así, tanto la letra como la música del espectáculo de este miércoles se compusieron durante años.

Ebrard reclamó que se repusiera la encuesta interna, pero eso era totalmente inviable. Primero, porque más allá de que alguien haya o no cocinado un par de dígitos en los resultados, la realidad es que el favoritismo de Sheinbaum no viene de la nada; se sabe desde hace tiempo que suabsoluta lealtad al presidente la colocó en la rampa de despegue, y buena parte de las bases de Morena la respalda.No hay artificios en eso.

Y, segundo, porque, incluso si hubiera habido algún tipo de fraude que, para ser muy claros, yo no lo creo, Morena no se iba a dar el lujo, porque nadie en su sano juicio se lo daría, de reiniciar el proceso. Aceptar los reclamos de Ebrard sería aceptar que la encuesta era una farsa, y, de forma implícita, aceptar que el partido usa las mismas mañas del PRI que tanto denunciaron. Y eso, jamás.

La única duda ahora es saber qué hará Ebrard. Durante meses se ha murmurado tanto dentro de las esferas políticas como fuera, en las esferas de politólogos y aficionados varios, que podría dar el salto a Movimiento Ciudadano. Pero, incluso antes de que se anunciaran los resultados, su equipo rechazó que vayan a abandonar Morena, y una marcha al partido naranja solo sería un esfuerzo electoral futil y una traición a su lealtad hacia López Obrador. La realidad es que el excanciller y exjefe de Gobierno de la capital no tiene muchas opciones, porque ¿qué le queda por hacer en la política mexicana si no es ser presidente? Nada. Lo más sensato que podría hacer es aceptar alguna embajada en un país tranquilo donde pueda disfrutar la vida.

Y, como decimos en catalán, quien día pasa año empuja. El 1 de julio de 2024 México votará por Claudia Sheinbaum o por Xóchitl Gálvez para elegir a su primera mujer presidenta. Sus posturas políticas no podrían estar más alejadas, pero, al final, sea quien sea elegida el país dará un paso histórico. Y, cuando en solo unos meses esto suceda y estemos todos y todas pendientes del PREP, nadie se estará acordando de Marcelo Ebrard y de sus protestas en la encuesta interna. Y, al final, más allá de vanidades y razones, esto será lo más positivo, no solo para Morena sino para México.