¿Trump o Harris? Qué esperar en caso de victoria de cada uno
El fantasma de un segundo mandato del republicano se confronta con la esperanza que ha generado, sobre todo entre las mujeres, la hipotética victoria de la candidata demócrata
Estados Unidos decide, como primer martes de noviembre cada cuatro años, quién será su siguiente presidente, o presidenta. Por segunda vez en la historia, el país tiene la oportunidad de elegir a su primera mujer presidenta, pero también puede optar por reelegir a Donald Trump. ¿Qué debemos esperar de un primer mandato de Harris o de un segundo del exmandatario? A continuación lo analizamos.
Victoria de Kamala Harris
Los demócratas esquivaron una bala cuando el presidente Joe Biden dimitió de la carrera electoral en julio. Yo lo vaticiné aquí en La Audiencia tras el primer debate presidencial, y es que era la decisión más sensata. Sin embargo, es precisamente el rol de Kamala Harris como vicepresidenta estos cuatro años lo que más dudas genera entre algunos de sus votantes. Sobre todo, por la elevada inflación, aunque esto no sea necesariamente su culpa.
Una victoria de Harris deparará un continuismo económico en líneas generales. Y pese a que la mayoría de los votantes de Trump citan la economía como motivo de su decisión, esto no es necesariamente malo, al final, en estos cuatro años la economía de EU ha esquivado una recesión y ha estado en general, boyante. El problema es la inflación, pero esto se debería controlar de forma natural y, ni por asomo, una victoria de Trump impactaría de forma particularmente positiva en el alza de precios.
En materia social, una victoria demócrata supondrá intentos de blindar el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, aunque esto seguirá en buena medida limitado por lo que decida un Tribunal Supremo profudnamente derechizado por Trump en su mandato.
Además, supondrá la continuidad de servicios clave para millones de personas como Medicare y Medicaid, así como de programas de protección a migrantes como el TPS o el Daca, para los migrantes llegados como niños al país y que no conocen otra patria que no sea la estadounidense.
Sin embargo, a la vez, esto no significa que se frenen las deportaciones. Recordemos que, en su momento, el expreisdente Barack Obama batió récords de deportaciones. La administración de Biden y Harris ha esquivado grandes polémicas en la frontera, pero ha seguido aplicando el Título 42 que, con la excusa de la pandemia, permitía deportar a los migrantes sin mediar juicio.
En política internacional, un triunfo demócrata significará más continuismo. Más apoyo inquebrantable a Israel, más mano tendida a Irán para renovar el difundo acuerdo nuclear, más respaldo a Ucrania y a la Unión Europea -si el Congreso lo permite- y una renovada apuesta por la lucha contra el cambio climático.
Victoria de Donald Trump
En caso de éxito republicano, el panorama será muy diferente. Podemos esperar una secuela desatada de lo que ya fue el primer mandato de Trump: Atropellos, escándalos y mentiras. A nivel político, y en primer lugar, podemos esperar más políticas restrictivas con los derechos de las mujeres, si no del gobierno federal, facilitada por este a través de los poderes ejecutivos y legislativos de los estados republicanos.
La economía seguirá adelante en un segundo gobierno de Trump, probablemente, incluso tenga un mayor impulso para las grandes empresas gracias a más recortes de impuestos para los ricos. Y esto, claro está, con el consecuente sufrimiento de unas clases populares que claman por el alza del salario mínimo por hora a nivel federal.
Trump prometerá acabar con Medicare, pero ya fracasó en múltiples intentos durante su primer mandato. Misma historia con DACA, que trató de derogarlo repetidamente y, una y otra vez, se topó con barreras judiciales. Sin embargo, Trump puede seguir poblando juzgados federales con magistrados conservadores, y esto podría voltear algunas decisiones.
En material exterior, Trump ha reiterado que, si llega al poder de nuevo, acabará con la guerra en Ucrania rápidamente, pero esto levanta la severa sospecha de que su solución será extorsionar al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para que le de al dictador ruso, Vladímir Putin, todo lo que este quiere. Por lo que respecta a Israel, sus políticas serán similares a las de los demócratas.
Pero lo más relevante, desde luego, es que un segundo mandato de Trump continuará la erosión de la democracia estadounidense que supusieron sus primeros cuatro años. Las intromisiones desde la Casa Blanca en el poder judicial serán constantes. Además, tras la espantada de muchos de los integrantes de su primer gabinete, que lo han criticado después de 2020, es probable que Trump se rodee de gente más extremista, fanatizada e incompetente de lo que lo hizo la primera vez. Empezando por su candidato a vicepresidente, JD Vance, una persona mucho menos íntegra y capaz que su primer compañero de fórmula, Mike Pence.
Pence era igual de ultraconservador, pero cuando llegó el 6 de enero de 2021, se negó a robarse la elección como le pedía Trump. Existen serias dudas sobre si JD Vance tendría la altura moral para decirle que no a su jefe si llegara a presentarse una situación similar. Y eso es un enorme peligro para la democracia de Estados Unidos.
Imagen: Donald Trump y Kamala Harris, durante su debate presidencial.