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Tradwives: ¿Libertad de elección o espejismo de poder?

Las esposas tradicionales han vuelto, y ahora, en forma de creadoras de contenido como tradwives

Paula Pissaco 14-09-2024 / 06:47:38

Imagina levantarte un día y ser una mujer sofisticada, bien vestida, que prepara pan y queso casero todos los días, cosecha huevos de su granja, cría gallinas y niños, cocina para todos, cultiva su feminidad, cose su propia ropa, no sale de casa y complace a su esposo cuando llega del trabajo. Suena muy años cincuenta-sesentas pero no, las esposas tradicionales han vuelto, y en forma de creadoras de contenido como tradwives.


La denominación surge de la abreviación de "traditional wife" (esposa tradicional) y es un movimiento que se popularizó en Estados Unidos durante la era Trump, con una ola de mujeres blancas que empezaron a reivindicar el estilo de vida de las amas de casa de otra época en redes sociales.


Pero hay un punto clave en estas nuevas esposas tradicionales, y es que, aunque su lugar esté en el hogar y reivindiquen valores que creíamos de décadas pasadas, son influencers. Y esto implica a su vez dos cosas; por un lado, que si bien son mujeres que enaltecen el valor de la mujer dentro del ámbito privado (el hogar), lo hacen desde un ámbito público (y masivo) como el de las redes sociales. Y por otro lado, lo más importante, es que generan dinero con esos contenidos que generan como influencers.


¿Realidad o estrategia comercial?


En este sentido, es que cabe preguntarnos si este fenómeno de las tradwives es algo real o solo una puesta en escena muy rentable, que no necesariamente implica que estas mujeres estén viviendo la vida que comparten (lo que es bastante poco real además), y mucho menos aún en desigualdad de poder con respecto a sus esposos, ya que su trabajo como influencers les da autonomía económica.


Lo que sí es real, es que estas performances de mujeres blancas, amas de casa, bien vestidas y bonitas que solo quieren complacer a sus esposos conectan a la perfección con el machismo de nuestra sociedad, con las ideologías conservadoras y las nueva ola de partidos de extrema derecha, que tienen como objetivo moldear una idea de ser mujer que los beneficie.


Ahora bien, el problema no es que las mujeres queramos hacer cosas codificadas como femeninas, como cuidar o cocinar, o hacer trabajo doméstico, o exaltar nuestra feminidad, o querer un hombre que nos mantenga. Tampoco el problema son estas influencers que trabajan, y facturan por eso. El problema es adjudicar a las tradwifes una visión feminista (liberal-blanca) solo por el hecho de que están eligiendo qué hacer, cuando esa capacidad de elección, está dada por el lugar socio-económico, y por ende de poder, que ocupan.


Al feminismo no le importa si las mujeres queremos elegir seguir en roles tradicionales, sino que podamos elegir todas, de forma segura, y se nos reconozca como trabajo nuestras tareas de cuidado, para que si algún día algo no sale como esperábamos y queremos divorciarnos, podamos hacerlo sin quedar expuestas, vulneradas y sin dinero.


Por eso, la discusión no va en criticar a estas influencers, y menos aún de que si está bien o mal ser una tradwife, el problema son los discursos hegemónicos que intentan hacernos creer que todas tenemos la capacidad de elegir, cuando, en realidad, si pudiésemos elegir libremente, no nos amenazarían con dejarnos solas y sin dinero, no habría padres que no pagan la cuota alimentaria, no nos acosarían diario en la calle y no nos matarían.

Paula Pissaco