Resistencia pacífica que traspasa el muro en un Año de Elecciones, la visión de Lizbeth De la Cruz Santana
La artista y académica mexicana-estadounidense que usa el muralismo como una herramienta de protesta durante la contienda electoral que redefine la política migratoria.
Nueva York, EE.UU – Trump vs. Harris, una elección que algunos ya califican como histórica. En esta contienda, la narrativa migratoria ha vuelto a ocupar un lugar central, dividida entre las duras promesas de deportación masiva de Donald Trump y la postura más moderada, aunque criticada, de Kamala Harris, quien sigue sin dar garantías claras a millones de familias migrantes. Mientras la frontera entre México y Estados Unidos se convierte en un escenario cada vez más restrictivo, para muchas familias de origen latino esta elección significa mucho más que una pugna de poder; es un enfrentamiento entre dos visiones que determinan su presente y su futuro.
En este panorama tenso, Lizbeth De la Cruz Santana, artista e hija de padres mexicanos, emerge con una propuesta que convierte el dolor en resistencia. Desde 2021, ha impulsado una serie de murales fronterizos dedicados a honrar y visibilizar las historias de aquellos que han sido deportados. El último de estos murales, realizado como parte de su labor como profesora en el Baruch College de Nueva York, en abril del año en curso, se encuentra en El Paso, en Puente Negro. Estos murales, hechos con materiales especializados traídos desde California, están diseñados para durar una década, representando los diez años de espera a los que cada persona deportada es condenada antes de poder volver a los Estados Unidos. De la Cruz, quien tiene una importante formación en narrativa digital y temas de deportación, ha hecho de su arte un espacio de memoria y de protesta contra una narrativa antimigrante que ahora permea esta coyuntura preelectoral.
Con una fuerte convicción sobre el papel del arte en el cambio social, Lizbeth reflexiona sobre la urgencia de poner atención a la narrativa antimigrante que está generando el proceso electoral en EE. UU., y cómo el arte puede ser el medio para iniciar conversaciones que propicien consciencia y empatía. Con esta visión en mente, nos cuenta:
MF: ¿Qué te motivó a desarrollar un proyecto de mural centrado en la migración y por qué decidiste involucrar a estudiantes y a la comunidad en general?
LD: "Me dije: ‘Voy a dar una clase de la frontera de México-Estados Unidos, otra de latinos en Estados Unidos’. Dije, ‘esa es la oportunidad perfecta para ver cómo puedo adaptar este método de pintar con la comunidad, pero ahora con mis estudiantes, fuera de la frontera’. Porque en Tijuana pinté con los mismos narradores que están en el mural y con voluntarios. Pero aquí solo tuvimos la oportunidad de pintar con uno de los tres narradores. Fue algo muy bonito porque te das cuenta de que estás sembrando semillas en los estudiantes, ¿no? Como diciendo, ‘bueno, también yo puedo intervenir en esta conversación sin ser pintor, muralista, ni experto en migración, solo tomando importancia en este tema’".
MFA: En un contexto de discursos antimigrantes, especialmente en un año electoral, ¿qué mensaje esperas transmitir con este mural al público estadounidense y mexicano, o en general a la conversación política actual?
LD: "La primera cosa que me gustaría que la gente entendiera es que todos podemos participar en la conversación, especialmente personas que son afectadas por temas contemporáneos sobre la migración hoy, ya sea la deportación o el asilo".
El mural no solo busca visibilizar estas historias, sino también romper estigmas. Lizbeth describe cómo, a través de su cuenta de Instagram, ha recibido reacciones de personas que ven en su obra una posibilidad de expresión y esperanza. Esto se convierte en un canal para muchos migrantes y familias, quienes encuentran un espacio donde pueden ser escuchados.
MFA: ¿A seis meses, cómo ha sido la reacción al mural?
LD: "Ha sido muy interesante quebrar esta noción de cruzar la frontera. Pensar que nosotros podemos ayudar a cruzar estas historias… En el Instagram del proyecto la gente me manda mensajes; quieren que alguien los escuche. Eso es muy interesante, la gente nada más quiere que alguien los escuche, que alguien les diga ‘yo te veo’".
Mientras la elección se acerca y la retórica antimigrante sube de tono, el mural también se ha convertido en un recurso de apoyo. Lizbeth cuenta cómo ha visto aumentar los mensajes, especialmente de personas que buscan orientación y recursos, un reflejo de la falta de atención hacia las necesidades de las personas deportadas o en proceso de asilo.
MFA: En las últimas semanas, con las dinámicas e intensidad electoral, ¿has recibido más mensajes?
LD: "Lo que he notado más ahora es gente buscando recursos. Creo que falta más visibilidad para personas que buscan la visa o asilo. ¿Qué pasa cuando tienes hijos que están en Estados Unidos y tú fuiste deportado?"
Lizbeth destaca también la situación de los niños y niñas ciudadanos estadounidenses obligados a regresar con sus padres a países que no conocen y en los que no se sienten en casa. Para ella, esto añade una dimensión dolorosa a la narrativa de deportación, una realidad que no encuentra eco en el discurso político, ni siquiera en tiempos de campaña.
MFA: En este clima electoral polarizado, ¿cómo crees que proyectos artísticos como "El paso en el norte" pueden influir en la percepción de la migración y de los migrantes en Estados Unidos?
LD: "Es una herramienta muy accesible no solo para las personas que están participando en pintar y contar esas historias, también para las audiencias. Es tan simple como ver la cara de la persona… Para mí es muy importante que se entiendan las historias individuales, no solo estas narrativas antimigrantes tan fuertes que estamos viendo ahora. Y es importante notar que esto no solo afecta a los migrantes, sino a personas nacidas aquí que no son blancas. Es como el contexto de Puerto Rico o personas de color. Este ataque de narrativa sobre quién pertenece y quién no… No se trata solo de enojarse, sino de hacer algo con esa energía".
En este clima de incertidumbre, Lizbeth es clara: el poder de su proyecto no se limita a la denuncia, sino que busca ofrecer un espacio de reflexión sobre el impacto que tienen las decisiones políticas en las vidas de los migrantes, estén o no en el centro de atención mediática.
MFA: Con la posibilidad de un cambio de administración y la confrontación entre posturas políticas opuestas sobre migración, ¿qué impacto esperas que proyectos como este tengan en la opinión pública sobre la migración?
LD: "Ahí es donde me doy cuenta de la importancia de los temas que se discuten en clase. Por ejemplo, esta semana estamos platicando sobre las muertes en la frontera, especialmente en Sonora, y entendiendo qué está pasando y por qué tantos migrantes mueren en el desierto. Creo que eso les ayuda a entender, según la administración que entre, cómo puede cambiar el impacto en la frontera. Y aunque parece que ambas van a seguir una línea dura, para mí el tono en el que se hacen las cosas también importa".
Así, mientras el país se prepara para una elección que definirá el futuro de su política migratoria, los murales de Lizbeth De la Cruz no solo dejan una huella visual en la frontera; son testigos de historias reales que sobreviven a las decisiones de cada administración y que exigen un espacio en la narrativa preelectoral. En un año donde las voces antimigrantes se vuelven más intensas, estas obras de arte ofrecen una resistencia pacífica y duradera, recordando al público que la migración es un tema que rebasa la frontera y que, sin duda, seguirá siendo un eje decisivo en el rumbo de la nación.