Universidad

Pintando amenazas rojas

En el corazón de la educación se encuentra el poder de moldear mentes y forjar el rumbo de una sociedad. Sin embargo, cuando esta noble tarea se ve envuelta en controversia, es nuestro deber prestar atención y alzar la voz. Los recientes libros de primaria presentados por la Secretaría de Educación Pública (SEP) han desatado […]

Maximiliano Pineda Flores 08-08-2023 / 15:26:15

En el corazón de la educación se encuentra el poder de moldear mentes y forjar el rumbo de una sociedad. Sin embargo, cuando esta noble tarea se ve envuelta en controversia, es nuestro deber prestar atención y alzar la voz. Los recientes libros de primaria presentados por la Secretaría de Educación Pública (SEP) han desatado una ola de críticas que parecen hacer eco al pasado propagandístico de nuestro país.

En la largo y complejo huipil que es la historia política de México, la propaganda anticomunista ha sido una constante, tejida en la trama de su sociedad y el discurso público. A lo largo del tiempo, estas tácticas han influido en la percepción pública sobre cualquier otro sistema económico y ha moldeado el discurso político, aunque sus estrategias han evolucionado con los años.

Desde la época de la Guerra Fría, la propaganda anticomunista encontró su lugar en la lucha ideológica mundial. La creciente influencia de Estados Unidos en América Latina llevó a la expansión de esta narrativa en México, convirtiendo al comunismo, socialismo o cualquier otro “ismo”, más enfocado en el colectivo que en el individuo, en un enemigo temido y demonizado. A través de medios de comunicación, se difundieron estereotipos y mitos sobre el comunismo, pintándolo como una amenaza existencial para la estabilidad y prosperidad del país.

La propaganda anticomunista no se limitó sólo a los discursos políticos, sino que permeó también en la educación y en la cultura popular. Libros de texto, programas de televisión y películas retrataron al comunismo como una ideología destructiva y violenta, reforzando así la percepción negativa en la mente de la sociedad mexicana.

Recordemos a Gustavo Díaz Ordaz, cuyo gobierno fue marcado por la represión contra movimientos estudiantiles y de izquierda, destacando la trágica «Matanza de Tlatelolco» en 1968, donde cientos de estudiantes fueron asesinados o detenidos. O a Luis Echeverría Álvarez, quien dio continuidad con las políticas anticomunistas de su predecesor, cuyo gobierno también reprimió movimientos estudiantiles y políticos de izquierda, alegando la preservación del orden y la estabilidad. Y por último, Miguel de la Madrid. Durante su presidencia, México enfrentó una crisis económica severa, se tomaron medidas para restringir la actividad política y sindical, con el pretexto de combatir «actividades subversivas».

Aunque la política anticomunista no ha sido exclusiva de estos presidentes, ha sido una constante en diversos momentos de la historia política de México, influenciada en gran medida por la Guerra Fría y las relaciones internacionales con otras potencias. A pesar de las posturas anticomunistas de algunos líderes, México también ha sido hogar de movimientos y líderes progresistas que han luchado por la justicia social y la igualdad.

Vicente Lombardo Toledano, destacado líder comunista y sindicalista mexicano. Fundó la Confederación de Trabajadores de México (CTM) en 1936, que se convirtió en una de las organizaciones sindicales más grandes del país. Lombardo Toledano también participó activamente en la política y fue miembro del Partido Comunista Mexicano (PCM). O Valentín Campa: figura clave del movimiento obrero y político de izquierda en México. Fue miembro del Partido Comunista Mexicano y participó en la fundación del Partido Socialista Unificado de México. Y Heberto Castillo: ingeniero, político y activista de izquierda, fue miembro del Partido Comunista Mexicano y fundador del Partido Mexicano de los Trabajadores. Luchó por la democracia y los derechos de los trabajadores. Sólo por mencionar a algunos personajes que no están -ni en los nuevos- libros de historia de la SEP.

En la era digital, la propaganda anticomunista encontró un nuevo escenario en las redes sociales y sitios web. La desinformación y la manipulación de información se han vuelto comunes, desafiando la capacidad de la sociedad para distinguir la verdad de la mentira. En este contexto, la propaganda anticomunista continúa moldeando la percepción pública sobre el comunismo y sus seguidores.

Es crucial reconocer que la propaganda anticomunista no sólo afecta la percepción del comunismo, sino también limita el debate político y obstaculiza el desarrollo de una sociedad más plural y tolerante. La demonización de cualquier ideología, sin un análisis objetivo y fundamentado, es una amenaza para la democracia y la convivencia pacífica.

La propaganda anticomunista ha dejado una marca profunda en la sociedad mexicana, impactando en la percepción pública y en el discurso político. Su persistencia en distintas formas, a lo largo de la historia, refleja la importancia de abordar este tema críticamente y fomentar un diálogo constructivo en la búsqueda de una sociedad más justa y democrática. Sólo a través del entendimiento y el respeto hacia las diferentes ideologías, podremos avanzar hacia un futuro en el que prevalezcan los valores de tolerancia y pluralidad.

Maximiliano Pineda Flores