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Llamado a la consciencia
Quizá el mayor de los males de los gobiernos de izquierda y con más precisión de los gobiernos latinoamericanos de izquierda es el pragmatismo. Movimientos gestados desde lo popular, que consiguen enconar de manera digna de estudio las dolencias sociales y que dentro de su composición se juega la esperanza democrática de pueblos mayormente ultrajados […]
Quizá el mayor de los males de los gobiernos de izquierda y con más precisión de los gobiernos latinoamericanos de izquierda es el pragmatismo. Movimientos gestados desde lo popular, que consiguen enconar de manera digna de estudio las dolencias sociales y que dentro de su composición se juega la esperanza democrática de pueblos mayormente ultrajados y saqueados terminan siendo superados por el pragmatismo.
Una de las mayores críticas de la izquierda no institucionalizada es que al momento de conformar un movimiento social en partido político éste termina, por definición volviéndose presa del pensamiento electorero que le empuja a abandonar las causas por los números.
Aunque existe la honrosa excepción del Movimiento Al Socialismo de Bolivia que consiguió superar esto y continuar con su militancia a ras de calle y tener una apertura a los movimientos sociales y críticas del propio partido podemos decir que la crítica de esas izquierdas es mayormente cierta. Los movimientos populares (y populistas si se desea) se enfocan en lo que comúnmente se conoce como ‘hacer gobierno’ olvidando la calle.
A menudo las candidaturas y propuestas que emanan desde el deseo de ‘hacer gobierno’ o de ‘mantener el poder’ Son medidas basadas en la popularidad, en la concentración de las facultades de gobierno y a veces incluso contrarias a los orígenes políticos e ideológicos del movimiento. En otras palabras, terminan traicionándose a sí mismos para no perder el poder.
El lopezobradorismo tenía como meta principal evitar esta frontera y acudir, de la mano de sus amplias bases sociales a las elecciones locales perfilando a miembros de las comunidades que tuvieran trabajo en favor del pueblo al que aspiran representar y, de manera determinante, asumir algunas derrotas con dignidad. La misma dignidad con la que el propio Andrés Manuel asumió dos derrotas electorales consecutivas para construir una presidencia incontenible.
El cálculo pragmático hoy tiene entre la espada y la pared al principal bastión obradorista, la Ciudad de México. En la encuesta interna tenemos la posibilidad de ganar la Jefatura de Gobierno con un perfil claro de izquierda progresista y en favor del pueblo, Clara Brugada. Sin embargo, el cálculo electoral determina que a pesar del triunfo seguro se gana ‘más’ en lo local y distrital con el perfil de un oscuro policía de orígenes oligárquicos y represivos.
Esta columna es un llamado a la consciencia, una moción para volver al origen no solo de Morena sino del lopezobradorismo y a respetar el legado de derechos y libertades que a pulso de toletazos y sangre hemos escrito en la Ciudad de México. No podemos poner en riesgo el proyecto de izquierda de la 4T dejando pasar a un policía solo porque la derecha lo ve bien.
No podemos perder la utopía solo por el cálculo electoral que terminará jugando en contra en un futuro próximo. No podemos traicionar los estatutos, los movimientos, la memoria, la historia ni a la militancia. Tenemos algo que aprender de Argentina.