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El despido del presidente de la cámara baja de EU garantiza el futuro del trumpismo
Ni un año ha durado Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Todavía están en la retina de muchos y muchas las ridículas escenas de aquellos primeros días de enero, en que la cámara baja del país se reunió para formar su nueva legislatura tras las elecciones de medio mandato […]
Ni un año ha durado Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Todavía están en la retina de muchos y muchas las ridículas escenas de aquellos primeros días de enero, en que la cámara baja del país se reunió para formar su nueva legislatura tras las elecciones de medio mandato de noviembre de 2022. McCarthy fracasó en su primer intento de investidura. Y en el segundo. Y en el tercero. Y en el cuarto… y en el decimocuarto. Quince votaciones, e innumerables e interminables rondas de negociación con sus colegas derechistas, necesitó McCarthy para lograr la investidura, lo que vaticinaba un mandato extremadamente frágil.
Es por esto que lo que ocurrió este martes en la Cámara no sorprende realmente a mucha gente, aunque esta sea la primera vez en la historia en que un presidente del legislativo es destituido… ¡y por sus propios colegas! Los demócratas no tienen que hacer más que relajarse y disfrutar del despropósito político que han dibujado los republicanos desde que este lunes el extremista Matt Gaetz, de Florida -que está acusado de enviar dinero a menores a través de la app Venmo para que viajaran a otros estados para verse y coger- anunciara que buscaría sacar adelante una moción de censura contra McCarthy.
¿Y todo esto a raíz de qué? Pues simplemente Gaetz clamaba venganza contra el presidente de la bancada y de la Cámara porque aceptó negociar con los demócratas para llegar a un acuerdo que evitara que se rebasara el techo de la deuda del país y, en consecuencia, se tuviera que cerrar todo el gobierno, salvo sus ejercicios más esenciales. Esta amenaza, la de los cierres de gobierno, es constante en EU, por el absurdo sistema que tienen en que la deuda del país está fijada por el legislativo y se necesita que el congreso autorice cada aumento. De hecho, el gobierno se ha cerrado varias veces: Solo entre 1980 y 1990 ocurrió cinco veces, y aun ha ocurrido otras cinco veces más desde entonces. El más largo fue el último, entre 2018 y 2019, cuando los demócratas se negaban a aprobar fondos para el muro que quería levantar Donald Trump en la frontera con México.
Pero esto no es una clase de historia, así que vamos al grano: la jugada de Gaetz se veía venir desde que, en aquellos días de enero, como cantaría Shakira, le hizo la vida imposible a McCarthy y lo obligó, básicamente, a bajarse los pantalones y atender sus demandas más radicales para aceptar votar por él. Las aspiraciones del representante floridano son evidentes desde que empezó a cantarle las alabanzas más descaradas a Trump, quien buscará, si una sentencia de cárcel no se lo impide, la candidatura presidencial republicana en 2024.
Pero más allá de las ilimitadas y voraces aspiraciones políticas de Gaetz, los hechos de este martes en el congreso de EU ponen de relieve la situación política que vive el país, en que la huella del trumpismo sigue profundamente impregnada en un Partido Republicano que, tras el mandato del expresidente, ha seguido escorándose hacia la derecha y ha seguido instalado en el extremismo institucional, torpedeando el diálogo y la negociación con sus oponentes demócratas. Esta tendencia no es nueva, en realidad, sino que viene desde la época del Tea Party, hace ya más de diez años. Pero en esta década no ha hecho más que acrecentarse, muy de la mano del autoritarismo fascistoide de Trump.
Así que esto no es más que un anticipo de la bilis y extremismo político que veremos en su máximo esplendor en la campaña electoral republicana para las presidenciales del año próximo, que ya ha empezado de manera muy tímida con las primeras rondas de debates entre la retahíla de aspirantes. Si Trump libra la cárcel, hay pocas dudas de que la candidatura se la llevará él, especialmente viendo que llevan meses cayendo los números de popularidad de quien hace meses parecía un digno contrincante, el también fascistoide Ron DeSantis, gobernador de, cómo no, Florida.
Y mientras los motores políticos calientan en EU para asegurarse de que llegarán al frío del invierno a toda potencia para calentar las primeras votaciones en las primarias republicanas, lo que Gaetz y su cuadrilla de lunáticos -en la que destacan, por ejemplo, la fanática conspiranoica Marjorie Taylor-Greene y el mentiroso patológico George Santos- están haciendo es seguir colocando ladrillo sobre ladrillo para garantizar que el efecto Trump perdurará y que, gane quien gane en 2024, buena parte del Partido Republicano seguirá envenenando sin remedio la política y la sociedad estadounidense por años.