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El asesinato del candidato Villavicencio aboca a Ecuador al abismo

Decir que algo o alguien se encuentra “ante el abismo” es un lugar común en el periodismo, pero pocas veces esta expresión es tan real y necesaria como en este caso. Ecuador celebra elecciones presidenciales el próximo domingo 20 de agosto en medio de una acuciante y creciente crisis de seguridad. Crisis que llegará en […]

Marcel Sanromà 09-08-2023 / 21:12:43

Decir que algo o alguien se encuentra “ante el abismo” es un lugar común en el periodismo, pero pocas veces esta expresión es tan real y necesaria como en este caso. Ecuador celebra elecciones presidenciales el próximo domingo 20 de agosto en medio de una acuciante y creciente crisis de seguridad.

Crisis que llegará en un pico histórico, después de que este miércoles fuera asesinado a tiros a sangre fría el candidato presidencial Fernando Villavicencio, de 59 años, cuando salía de un acto de campaña. Una multitud lo recibió cuando salía de una escuela a donde fue a dar una charla y, justo cuando entraba en un coche, se escucharon detonaciones y no se pudo hacer nada: le dieron directamente en la cabeza.

En la mente de cualquier mexicano o mexicana suficientemente mayor como para haber llorado la muerte de Juan Gabriel este relato evoca, irremediablemente, el recuerdo del asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994, pero para Ecuador esta es una situación inédita: Jamás un candidato o candidata presidencial había sido asesinada en el país.

En medio de la pugna entre los sectores correístas, seguidores del expresidente izquierdista Rafael Correa, y los liberales, encarnados en el presidente saliente, Guillermo Lasso, Villavicencio se situaba del lado de los liberales, con críticas feroces contra el expresidente socialista. Sin embargo, eso no le había impedido denunciar públicamente los nexos entre el gobierno y el crimen organizado. En cambio, seguramente, ayudó su pasado como periodista.

La consecuencia fue que el martes 1 de agosto, el candidato acudió ante la fiscalía para denunciar amenazas de muerte por parte de alias Fito, encarcelado líder del grupo criminal Los Choneros, operador local del Cartel de Sinaloa, según acusó el propio Villavicencio. Poco después, vía WhatsApp le llegaron amenazas de muerte también a su coordinador de Seguridad de campaña. La realidad es que todo apunta a que este miércoles el cartel cumplió su amenaza.

Este crimen prueba que la crisis de Seguridad en Ecuador está llegando a picos que la gente, acostumbrada a un país en relativa paz, jamás imaginó; “nos hemos convertido en la Colombia de los (años) ochenta”, lamentaba con amargor un usuario en Twitter en reacción a un video que captó el momento de la ejecución de Villavicencio. La situación se ha venido agravando en el último lustro, y ha estallado definitivamente durante el mandato de Lasso, lo que demuestra que la violencia y el crimen organizado no entienden ni se preocupan de tendencias políticas.

Pero, por otra parte, el hecho de que este asesinato esté, presuntamente, vinculado al cartel de Sinaloa, demuestra que la fallida estrategia de “abrazos, no balazos”, del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador -tan fallida como la guerra contra el narco de Felipe Calderón—, ha permitido que el cartel de Sinaloa siga expandiendo y fortaleciendo sus tentáculos en todo el continente. Esto, incluso mientras la cúpula del grupo criminal enfrenta las luchas internas por el vacío de poder que dejó la extradición del Chapo Guzmán a Estados Unidos.

La violencia en América Latina no entiende de colores políticos si no es para formar alianzas. De hecho, los grupos de derechas en Ecuador denunciaron que Los Choneros estaban del lado del correísmo. Y esta acusación no es muy distinta de las tantas que se murmuran en bares, hogares y oficinas en México, sea quien sea que gobierne. La crisis de violencia de América Latina perdurará y evolucionará para buscar mejores clientes según demanden las circunstancias mientras no se terminen las complicidades en los diferentes estamentos de poder y, sobre todo, mientras la impunidad siga siendo la mayor plaga que asola la región.

Marcel Sanromà